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Faro Cayo Felipe es un lugar imaginario a camino entre la realidad, la ficción y unas alucinaciones que sufri cuando estuve ahí fondeado

Cayo Felipe es un cayo que hay frente a Cayo Guillermo en la cayería norte de la Isla de Cuba, aproximadamente a unas dos millas en dirección ENE del extremo oriental de Cayo Guillermo justo a la entrada del canal de Guillermo.

Allí es donde hice mi arribada a Cuba con mi barco “Latino”el 13 de mayo del 2010 después de navegar en solitario desde Marina Chavón Casa de Campo en República Dominicana.

Cayo Felipe Grande, que es así como se llama el cayo donde me fondee para esperar a las autoridades cubanas y realizar los trámites de entrada en Cuba, es una pequeña isla de "Diente Perro" piedra la cual los cubanos llaman así porque las aristas de su roca recuerdan a los dientes de un perro, es de origen volcánico, con vegetación rastrera y forma de “D” invertida con no mucha protección a los nortes.

Permanecí allí fondeado sin bajar a tierra alrededor de 24 horas hasta la llegada de las autoridades. Esas horas, después de haber estado solo en el mar unos 7 días, con un frente frío entrando, vientos de Norte de alrededor de 30 nudos y bastante oleaje, entre dormido, despierto y cansado, pensé, imaginé y soñé cosas que tan pronto parecían verdaderas como fantasía.

Se mezclaron mis sueños con mis pensamientos, tuve visitas de personas que después supe que nunca ocurrieron y tuve visiones irreales. Una de ellas fue un faro que vi en Cayo Felipe y que no existe. Posiblemente fuese una visión producida por la extrapolación de Faro Paredón que se encuentra a unas 17 millas costa abajo en dirección a Santa Lucía y que dejé atrás el día anterior.

La visión del Faro Cayo Felipe siempre ha estado en mi mente. Llegar a Cayo Guillermo no fue fácil, además navegaba sin cartas costeras a lo largo del Antiguo Canal de Bahamas, con un frente frío pronosticado y cumplido y con ordenes posibles del Destacamento de Guardafronteras cubano de navegar de vuelta a Marina Vita a posiblemente dos días de camino y con la corriente en contra. Al contrario de lo que yo tenía entendido porque así se me dijo, Cayo Guillermo era puerto de entrada. El destacamento de Faro Paredón me dijo por radio que no, que debía regresar, lo cual después rectificaron y me ordenaron fondear en Cayo Felipe hasta la mañana para esperar a las autoridades de la marina Marlin Cayo Guillermo.

Estuve haciendo bordos costa arriba costa abajo desde la media noche del día 11 al 12 hasta el amanecer porque sabía que eran muchos los bajos y escollos en la zona y no quería arriesgarme a encontrarme con algún arrecife, además el cielo estaba nublado con lo cual la visibilidad era muy baja.

Mi cansancio creó Faro Cayo Felipe y desde entonces soy su farero, ese es mi hogar romántico en tierra y solo sería ahí donde echaría raíces si pudiera. Cuando cierro los ojos por la noche y necesito sentir tranquilidad y sosiego imagino cómo sería mi faro y vida ahí. Desde mi hogar romántico en tierra tomé la decisión de ofrecer mis tesoros a todo aquel que se sintiese atraído por el Mar y estos son todas mis experiencias vividas en el Mar, mi filosofía y mis costumbres náuticas convertidas en instinto y que pudiese de alguna manera transmitir a los demás marinos para que las aprovechasen en su beneficio.

Espero que Faro Cayo Felipe sea una ayuda en tu singladura y que seas un visitante habitual de mi Faro que está a tu servicio.

Evan Illas Roper

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